Es imposible no sentir la fuerza de la naturaleza en las playas paradisiacas de hasta 23 kilómetros, como la de Famara, de origen volcánico. Situada en el municipio de Teguise, el cielo se refleja en la arena húmeda de la orilla para poder pasear entre las nubes. Se trata de un oasis particular con espectaculares olas que hacen la delicia de los amantes del surf.
De hecho, en el acogedor pueblo costero de Caleta de Famara se pueden encontrar varias escuelas para aprender este deporte náutico mientras se disfruta de la desconexión total alejados del mundo y a solas con el mar. Desde sus casitas blancas de carpintería azul, se ven los islotes del Archipiélago Chinijo y el majestuoso Risco de Famara, que se levanta con sus paredes verticales a los pies de la playa del mismo nombre. Contemplar un atardecer viendo como el sol ilumina el Risco y tiñe sus paredes de tonos rojizos y anaranjados es pura fantasía.
Apenas existen calles asfaltadas, sus callejones de arena y el silbido del viento acompañado del incansable romper de las olas hacen de este pueblo un lugar hermoso a la vez que indómito. Por eso, es importante tener en cuenta las corrientes y la bandera que ondee en la playa. Cuando haya bandera roja es mejor mimar el estómago y darse un homenaje saboreando el pescado fresco como la morena recién pescada y crujiente, que forma parte del recetario tradicional canario.